Como una colilla que se consume en la repisa de una ventana, nuestro amor se apaga un poco cuando lo tenemos. Y yo siento que me llegas tarde y que no me llegas a llegar del todo.
Pero, sin embargo, te ruego:
Déjame cogerte, morderte,
vencerte.
Déjate dejarte y mírame mirarte, amor.
Deja que te encierre,
que te seque,
que te acabe.
Piérdete en mis silencios y
entre mis piernas.
Abandónate a mis juegos,
que tus sueños afilen mis colmillos,
que tu cuello se parta en mil caricias y
que yo pueda, sin palabras,
borrarte
cuando
suene
el
timbre
de
mi
despertador.