Insignificante
como un lunar pequeño
en una espalda constelada.
Sin significado
como la lágrima
que se escapa de un bostezo.
Breve
como se pestañea ante el reflejo
de un cristal roto.
Al alcance
como la lluvia cuando cae.
El verano aparece
y nutre de pequeñas presas deliciosas
las calles
las noches y
las puertas traseras de cualquier vida
que se preste a perderse fugazmente
en el apetitoso mundo
del cuerpo ajeno.