Porque me quema tu voz templada y
porque quiero gastarte en el aliento de los besos prestados
me perderé en el abismo de tu cuerpo desconocido,
en el de tu boca ajena.
Y no sé si querré más
o si me apagaré pronto en la urgencia de tus manos,
pero hoy quiero morderte el alma
sin mañanas,
sin motivos y
sin palabras.
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