viernes, 7 de noviembre de 2008

A Margarita Xirgú, por su magia imperecedera.


Dicen que su voz despertaba a las piedras, que sus ojos se comían los espacios.

Dicen que el Teatro de Mérida (espléndido, intimidatorio y vivo) palicedía con la Xirgú encendida.

Dicen que se arrancaba el alma en cada función y que la entregaba ciega en su vida.

Que Medea emergió de entre su piel y se hizo con cada una de sus venas. Que Unamuno recuperó para ellas el esplendor de su genio. Que Lorca se bebió sin pausa su talento y que ella se lo devolvió con un esplendor racial.

Que fue la más grande, y que cuando pisas sus escenarios aún se respira el perfume punzante de quien se deshace el cuerpo, de quien se vacía con honestidad y fuerza. Que aún huele a sus batallas, que las tablas besaron sus pasos y las butacas lloraron su exilio.

Margarita, la venus tarada, completa y deslumbrante de nuestro teatro.  
...

Ojalá que pronto puedas
correr por altas montañas
libre de tu camerino
como una corza de llamas.


García Lorca
...

4 comentarios:

AdIvInA aDiViNaNzA... dijo...

Bueno, te tenemos a ti, la Xirgú del siglo XXI, no tampoco está mal no? =P

**

Gretel dijo...

...ejem...la del comentario anterior es mi hermana, claro...

Silmarwen dijo...

Yaiza... ¿qué le quieres pedir a tu hermana???

Anónimo dijo...

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