sábado, 1 de noviembre de 2008


"Matías vende cupones encaramado a una pared en la estación de autobuses. Le acompaña Neo, un labrador negro de ojos pacientes y expresión satisfecha.

Neo se entretenía esa tarde jugando entusiasta con una pelota del tamaño de una mandarina. La mordía, la acorralaba entre sus pezuñas y le daba vueltas. 

En un despiste se le escapó y se alejó irremediablemente precipitándose por las escaleras que bajan a los andenes. Pero Neo no la persiguió. Aunque se estuviera alegrando el día con ella, ni pestañeó.

Observó con un inequívoco gesto de pena infinita cómo se perdía su rastro, siguió el peregrinaje de su juguete con sus ojos enfermos de tristeza, con una expresión de frustración inabarcable, con la misma expresión de pérdida que tendrían quienes se estuvieran despidiendo de su amante en los andenes de abajo. 

Pero no se movió porque no pensaba dejar solo a Matías ni el tiempo de un suspiro. Éste vivía ajeno al drama que se había desatado para su lazarillo, pero Neo no hizo nada para advertirle del problema. No quería inquietarle.

El gesto fue de una elocuencia abrumadora. Ni un titubeo, ni un tímido asomo de duda porque su fidelidad cierta, su fidelidad clara y entera le decía que no era sólo el custodio, el compañero de ese hombre. 

Neo sabía algo que no se aprende ni enseña, algo que forma parte de la intuición de la generosidad. Sabía que mientras se mantuviera a su lado, muy cerca, imperturbable... su amigo Matías no estaría ciego.

Así que no iba a moverse de allí. "

...

A Silvia, María y Kechu, que me prestaron sus ojos para ser capaz de ver esta historia.

12 comentarios:

María Torres dijo...

Muchas gracias, Tami por conseguir emocionarme con estas líneas.
Todos tendríamos que tener un pequeño Neo en nuestras vidas, porque al final, consiguen robarte una parte de tu corazón entregando su cariño, su lealtad, su fidelidad... sin pedir nada a cambio.

Alfonso Espinosa M. Bernal dijo...

Apenas he escrito en tu blog, del que soy fiel lector, pero voy a hacerlo esta vez.
Enhorabuena Tamy, porque has relatado con sencillez y sin excesiva pomposididd dialéctica, una historia que por cotidiana no deja de ser preciosa. Y has conseguido transmitir lo que querías.
Un abrazo.

AdIvInA aDiViNaNzA... dijo...

E eu que che presto o apellido que eh eh eh? ajajajaj e broma oh, pero e que como todos os comentarios son en plan sentimento...xD

P.D. eres unha ídola de masas...!!!

**

Lu dijo...

E quedamos sen saber se alguén lle subiu de novo a pelota... esa parte tamén é digna de observar: cómo vemos algo suceder, temos a solución ou a resposta, e non a damos, non a ofrecemos... seguimos a observar

Gretel dijo...

Eu estaba curioseando entre os libros do Kiosco da estación cando vin esta historia.

Podo contar, Lu, que a pelota foi pateada pola gran cantidade de xente que baixa con presa a coller o bus a primeira hora da mañá. Supoño que acabaría cruzando varias veces os andeis entre as rodas dos buses.

Pero esta parte da historia debería contala a pelota, que eu non a vin.

Bicos!

Silmarwen dijo...

Precioso

Anónimo dijo...

DIGRESIÓN:
bueno, demencial... lo cuento porque me ha sucedido, aunque en cierto modo, sea para pegarme una paliza; pero lo cuento porque me he quedado perplejo y no sé qué pensar... es más, bueno no, no seré yo quien emita el juicio; vosotros mismos...
me leí ayer este relato hermoso; no sé si porque era de noche y estaba cansado o porque no sé de perros o porque no me da pa más la cabesita, pero el caso es que pensé que Neo era un hombre negro, un inmigrante...
y me preguntaba qué relación habría ahí debajo, para hacer posible el momento de la pelota

bien; hoy, cuando lo he vuelto a leer, claro, caigo en que no... joder, se me va la olla, pienso;
pero me he quedado un momento así como tonto, mirando a lo invisible... entonces me he preguntado y os pregunto: si Neo fuese un hombre, un hombre negro, su gesto contendría/denotaría la misma dignidad? la misma nobleza?... o aparecerían en cascada otras consideraciones?
por qué?
claro que también puede ser que este fin de semana me he leído una especie de diario de un pintor en Africa, ese real sitio repleto de movimientos primordiales, y se me haya saltado el canal

mis respe(t)os

y si fuese blanco? cambiaría algo?

Gretel dijo...

Mi amiga Silvia, a la que le dedico este microrelato por la relación que tiene con Lisa (una perrita hiperactiva y pequeña) me dijo que pensaba que esta historia hablaba con una segunda voz de la entrega difícil y frustrante a la política. Matías sería la política, la pelota todas las cosas a las que se renuncia por ella.

Así que, com(p)añero, tu lectura no es demencial, ni para pegarte una paliza. Pienso que los ojos con los que leíste el relato por la noche, los ojos cansados, te enseñaron otra dimensión. Porque cada historia tiene infinitas dimensiones. Y pienso, además, que la lectura demente es siempre más sugerente, estimulante y muy apta para el crecimiento.

Que le pregunten a la pelota.

Anónimo dijo...

qué puedo decir: (t) doy las gracias por tu santa elocuencia... y por sacar a pasear así de "docemente" las llaves secretas que nutren de historias las historias de los relatos

por cierto: se abre el debate

sobre las formas de la abnegación y la renuncia

voy a pensar en ello...

Anónimo dijo...

En ocasiones quisiera ser capaz de escribir cosas así. Tan bonitas. Tan profundas. Pero al final lo más que consigo es profundizar en todo aquello que permite que puedan existir situaciones agradables y bonitas...

Un fuerte abrazo desde el Otro Lado.

Unknown dijo...

Gustoume moito esta historia. Este é un bo escondite para estas palabras que nos deixan pegada. Por iso me encanta cada vez que estou durante uns minutos neste escondite.

Eladio Osorio Montenegro dijo...

Tamara só son capaz de dicirche unha cousa:

Non deixes de escribir