sábado, 27 de septiembre de 2008





Un día te despiertas y piensas...

- Ésta es mi guarida y esta mañana la he compartido.

Respiras y sigues pensando...

- Esta noche no he echado de menos la cama para mí sola.

Miras a tu izquierda y un pensamiento fugaz te atropella...

- Me gusta cómo se duerme a su lado.

Y te alarmas porque te lees...

- Querría dormir más noches así de cerca.

Y te levantas de la cama y te vistes y tienes prisa y te acojonas y te vas y no te despides y no vuelves a llamarle ni a contestarle y quieres olvidarte de su cara  pero siempre te acuerdas de que se duerme muy bien entre sus brazos pero como saliste de la cama y tenías prisa y te acojonaste y te fuiste y no te despediste y no volviste a llamarle ni a contestarle y te has acabado olvidando de su cara... te aguantas y aprendes que se puede escapar de muchas cosas pero no de la  propia estupidez.

Y sigues durmiendo sola.

sábado, 20 de septiembre de 2008





Le hacía el amor y el placer de su cuerpo vino al mío cuando asomaban a mis ojos las lágrimas tempranas de un llanto mudo. 

Lágrimas calladas que perlaban mi cara, serpenteaban hasta mi cuello y se dormían en mis pechos. 

Qué fuerza tiene la mezcla del sexo y la pena, la de la piel y el adiós.

Qué profundo amar llorando, qué extraño el cóctel del placer y el dolor. La sensación está loca y esquizofrénica, el orgasmo es vertiginoso y bipolar.

 El adiós es también menos adiós, la pena menos pena y la piel afónica escucha diferente, nueva y perceptiva. Si se puede soñar despierta también se puede gozar llorando.

La rebelión más elocuente de la ternura.

domingo, 14 de septiembre de 2008




Tocaba absorto. Perdido. Tocaba y entre pieza y pieza miraba a su alrededor buscando una persona que le escuchara. El restaurante estaba lleno y las voces que venían de las mesas ahogaban sus notas. Nadie le miraba, nadie hacía caso a su piano.

Se acariciaba la calva y se colocaba el cuello de la chaqueta cuando terminaba de entregarnos un gran éxito de los 40 principales, y se frotaba las manos apagado y frustrado cuando nadie notaba que entre nosotros estaba flotando Mozart.

Yo estaba en el piso de arriba y le observaba como una entomóloga observa un escarabajo tropical extinto. Cada gesto de abatimiento, cada nota dedicada al vacío, a la banalidad de un cumpleaños etílico... le apagaba los ojos y le convertía en un triste elemento decorativo. Él se compadecía en cada segundo de silencio y se resignaba a ser un detalle más en el proyecto de un restaurante. No importa, amigo, pensaba yo. Pero no te encojas para tocar a Bach, no te encojas porque aunque el ambiente no sea el que soñabas, yo moriría por poder arrancar de entre mis dedos, aunque fuera en el peor escenario posible, cualquiera de las historias que nos cuentas con tus manos.

Amigo, no palidezcas, que el ser humano es el único ser capaz de morir de vergüenza. Y no puede morir así nadie que lea los sueños de Terpsícore cuando el resto bramamos ciegos y sordos.


No puede marchitarse así nadie que sepa estar solo rodeado de gente sin perder el pulso por la dignidad.

miércoles, 10 de septiembre de 2008





Él estaba acostado en la cama y, acostada también, apoyé mi cabeza en su pecho y de esta forma mis pies besaban sus pies.

domingo, 7 de septiembre de 2008


Vacías las cuencas de mis ojos,

como vacíos los ayeres,

como vacíos los mañanas.


Desgarrados los recuerdos

esta noche

sólo busco

una palabra cierta que me rescate.


Un destino.


Un sentido para cada paso dado,

para cada aliento perdido,

para el alma vendida y

las sienes rotas.


Me escuchas,

sé que me escuchas cuando

te escribo,

como me miras cuando

te beso.


Te llega hoy un alarido

desordenado, desconcertado

herido

que dice:

"cómo duele la vida,

el zarpazo,

el tiempo perdido.

Cómo duele la vida,

abrázame esta noche

y se acabe este pensamiento"