sábado, 22 de agosto de 2009




Insignificante

como un lunar pequeño

en una espalda constelada.


Sin significado

como la lágrima

que se escapa de un bostezo.


Breve

como se pestañea ante el reflejo

de un cristal roto.


Al alcance

como la lluvia cuando cae.


El verano aparece

y nutre de pequeñas presas deliciosas

las calles

las noches y

las puertas traseras de cualquier vida

que se preste a perderse fugazmente

en el apetitoso mundo

del cuerpo ajeno.