viernes, 20 de marzo de 2009



Después de comer cada uno se fue por su lado. Entonces se sentó en un banco y se lió un pitillo.

Con cada bocanada cerraba los ojos dándose minúsculos y mecánicos golpecitos en una pierna con la mano izquierda.

Se puso unas gafas de sol, se mordió el labio inferior un buen rato mirando al vacío y con aire resolutivo se recogió el pelo, dobló sus piernas en posición india e hizo dos columnas en una de las páginas de su cuaderno.

En el lado derecho escribió:

- Meterme en una cama con sábanas recién lavadas.
- Un día de sol inesperado.
- Encender la radio y que suene la canción en la que pensaba.
- Que me acaricien el pelo.
- Los calcetines de colores.
- Abrir el buzón y encontrar una carta entre las facturas.
- El tacto de una pluma sobre un papel grueso.
- Tener tiempo para cocinar algo rico.
- La carne roja.
- Un ataque de risa.
- El olor a bebé.
- Hacer el amor por la mañana.
- Descubrir un libro que me cambie.
- La pregunta inesperada y sorprendente de un niño.
- Un viaje en coche a altas hora con la persona oportuna.
- Una tarde de domingo lluvioso entre mantas y buen cine.
- Entrar en un mesón de mala muerte a comer y descubrir auténticos manjares.
- El olor de los libros nuevos.
- El primer baño del verano en el mar.

Mordió el capuchón del bolígrafo casi inconscientemente y pareció volver a sumirse en dudas y elucubraciones.

Se quitó las gafas de sol, se acomodó de nuevo en el banco y en la columna izquierda del cuaderno escribió:

- Que no me quiere.

martes, 3 de marzo de 2009

Proceso de digestión (1 Marzo)



Las despedidas pueden ser hermosas
como lo son las despedidas del sol en el mar,
y las noches por ser noches 
no apagan las energías infinitas 
de infinitas estrellas infinitas.

No se marchitarán las flores
ni se acabarán los días.

No temáis.

No se cierne la noche eterna 
si las almas se lamen las heridas 
con humildad.

No se mutilan los pasos ya dados 
igual que no se borran los que no se dan.

Frágiles, qué frágiles somos.

Pero donde se toca la debilidad con los dedos
es donde está el espacio,
el momento,
ahí,
ahí la hora de comprender,
de afinar oído vista y olfato.

Si lo hacemos,
si aprendemos del temporal...
la caída no será ya caída,
el dolor no será ya dolor,
sino pasos de un camino que como es humano
es difícil,
y como es difícil
es lección.