martes, 1 de septiembre de 2009



Como una colilla que se consume en la repisa de una ventana, nuestro amor se apaga un poco cuando lo tenemos. Y yo siento que me llegas tarde y que no me llegas a llegar del todo.

Pero, sin embargo, te ruego:

Déjame cogerte, morderte, 
vencerte.

Déjate dejarte y mírame mirarte, amor.

Deja que te encierre,
que te seque,
que te acabe.

Piérdete en mis silencios y
entre mis piernas.

Abandónate a mis juegos,
que tus sueños afilen mis colmillos,
que tu cuello se parta en mil caricias y 
que yo pueda, sin palabras,
borrarte 
cuando
suene 
el 
timbre 
de 
mi 
despertador.