martes, 21 de septiembre de 2010

El minuto antes

Estaba inquieta. La transitaba ese tipo de ansiedad agradable y cosquilleante que se reserva el amor. Esa noche tenía una cita con él. No solía adornarse, pero para esta ocasión eligió unas bragas bonitas, se puso un vestido, se soltó el pelo. Le dio color a sus mejillas, a sus pestañas y a sus labios. Se miró al espejo, comprobó lo insinuante de su escote y lo perfumó coqueta.

Hacía tiempo que no se veían. Echaba de menos aquello que le subía por el espinazo cuando se miraban, sus ojos afilados e indescifrables.

Se calzó unos tacones y salió de la habitación. Cruzó el pasillo, entró en el salón, se sentó en el sofá.

Retocó por última vez sus labios, respiró hondo y encendió el ordenador. Él ya la estaba esperando, parpadeando a través de una casilla en la pantalla.

- Ya estoy aquí. Me estaba poniendo guapa...

Y aunque él no pudo oler esas gotas de perfume a tantos kilómetros, lo mecieron en forma de ternura infinita y sensualidad.

4 comentarios:

Chousa da Alcandra dijo...

Hai cousas que se irradian. Non importan as distancias nin as pantallas que haxa polo medio...

Bicos

MIMOSA dijo...

¡Tremendamente romántico!
Como en un sueño, que pena que a veces los sueños no se puedan tocar.
Besos

A Conxurada dijo...

Non contradigo ao Chousa....pero de todos xeitos non hai nada mellor que a pel contra pel.

Silmarwen dijo...

Ahhh... Cuánto daño hace el skype... :)