martes, 16 de junio de 2009




Se miraron furtivamente un par de veces a lo largo de la noche. Así se ponían de manifiesto que se devorarían el uno al otro en alguna ocasión, quién sabe. O sencillamente se hacían constar mutuamente que se hacían gracia. Pero la noche era larga, y cada uno estaba a su rollo, con sus amigos, ocupados, bebidos. Era una noche para desencajarse la mandíbula riendo, el sexo esporádico no entraba en sus planes.

El día los atropelló al salir del local y arrastraron sus cuerpos hacia el hotel. Él no tenía donde dormir. Ella tenía un hueco en la cama. Todo arreglado.

No se bebieron el cuerpo el uno al otro. Demasiado tarde, demasiado alcohol, demasiado miedo a los ecos del después. Se probaron los labios, se abrazaron y descubrieron que sus cuerpos se encajaban sutilmente para dormir.

Así durmieron, con las pieles encendidas y amordazadas por la prudencia, por la timidez. Durmieron saboreando lo insinuante de un cuerpo tendido tan cerca como para delirar. Durmieron sin invadirse pero tocados por el temblor de la piel estremecida, por la electricidad de un encuentro en una habitación prestada.

La misma intuición que les decía que no debían tenerse en los restos de una noche de desorden les decía que se desearían todas las demás. 

Y un día, no sabían cuándo... se encontrarían en el momento, en el lugar, 
en el espacio en el que dos cuerpos jóvenes que se esperan 
se cuentan cómo crece el deseo que se hizo esperar.

lunes, 8 de junio de 2009




El equilibrio se sostiene sobre finísimas y delicadísimas fibras de papel.

Pero el papel se moja, se rompe, se dobla. Se enmohece.

El equilibrio peligra. Si no lo hiciera no estaríamos hablando de equilibrio, hablaríamos de inmovilidad.

En ese papel están escritas nuestras partituras, las de nuestras vidas, las de nuestras grandezas y miserias.

Pero cuidado, el material es delicado. Puede contenerlo todo, abarcarlo todo, y puede emborronarse en un suspiro.

Entonces... la hoja se queda en blanco.

Nadie hay infalible, imperturbable, intocable. Nadie existe sin dosis propias de debilidad, de agotamiento. Nadie hay sin lados oscuros, sin vicios, sin miserias, complejos, sin penas y sin grises. 

Humano es romperse. Como humano es enfrentarse a la hoja en blanco y 

en silencio
en el escondite propio de las propias fobias y los personales anhelos

volver a empezar. 

Lo que da miedo, mucho miedo. Lo que genera dolor, frustración y rencor... es negarse, es no asumir que cuando somos una piltrafa, cuando nos sacude la vida y se nos enfrían los huesos... crecemos. Avanzamos.

Teme al infalible.

Y zambúllete en tu propia mierda, porque si no, nunca aprenderás a salir a flote.

 

miércoles, 3 de junio de 2009

Shshh...





-Shshhh... 

- Sólo estamos hablando, no hacemos nada malo. Es más, aunque estuviésemos follando como locos tampoco estaríamos haciendo nada malo. 

- Pero shshshhhhh... no digas mi nombre, que nadie escuche que estoy aquí contigo. Shhh...
...

Porque se esconde si está con ella, porque le suelta la mano si alguien se acerca. Porque le parece estupendo hacerlo si tienen hambre, pero no es capaz de darle un beso cuando se va.

Porque ya no hace que se sienta hermosa cuando está con él, ni se siente tampoco especial ni esperada. Porque las entregas húmedas de antes se convirtieron en remiendos contra las sequías.

Porque no necesita un cuerpo prestado y entre el vaivén absurdo de los juegos nocturnos se le acabó el deseo por su cuerpo acechante.

Porque no hay nada eterno en nosotros, en nuestra naturaleza, y porque para que algo tenga un principio necesita un final. 

Porque no hay pócima más efectiva contra el deseo que la desidia y las prisas por huir después de hacer el amor.

Y porque tantos porqués sólo tienen sentido si antes hay una pregunta,

- la pregunta- 

y este cuento está tan yermo

... tanto...

que nadie se atrevió a formularla jamás.