jueves, 24 de julio de 2008






Unha historia inacabada. Para que a rematedes vós. Para que voedes e compartades o fruto desa viaxe.


- ¿Me olvidarás?
- Desde luego...voy a intentarlo.

...
...


" Se escapó un par de días y se presentó en la puerta de mi casa. Con lo puesto. Una mochila con un par de mudas y la valentía entre los dientes.

- Vengo para quedarme.

Y me miró esperando el golpe del primer asalto. No lo recibió, yo no entendía nada pero verlo en el umbral de mi puerta mendigando un espacio en mi vida me desarmó. Ni él mismo podia creerse lo que estaba haciendo.

Le invité a pasar, claro. Preparé un par de tés londinenses con regusto a vainilla y me senté a su lado en el sofá.

- Supongo que sabes que esto que me pides no tiene pies ni cabeza.
- Sé que te costará encontrarle sentido.

Intenté comprender porqué, casi dos años después, aparecía en mi ciudad con el propósito de dejar su vida y meterse en otra conmigo. Dos años en los que, le constaba, había conseguido reinventarme después de que me abandonara.

- He venido porque necesitaba tenerte cerca.

- ¿Después de dos años? - reprimí un: “¿¿¡¡dos años después de dejarme muerta de dolor!!??

Estaba siendo cruel en el fondo y dulcísima en las formas. No podia evitarlo, aunque me sentía mal por no sentir nada por él. Después de todo, aquella era la locura más enternecedora que habían cometido por mí.

- Solo déjame quedarme un par de días. Un par de días contigo. Como antes. Un teatrillo de lo que fuimos tú y yo. Y si después es lo que quieres, me iré.

La propuesta era tentadora. Aunque cures las heridas siempre es agradable reeditar los mejores momentos. Pero le conocía bien. Si aceptaba jugar a la pareja feliz con él luego sufriría, irremediablemente, un leve psíndrome de abstinencia. Él lo aprovecharía inteligentemente y puede que en unos meses volviera a perder la cabeza. Porque aunque sabía que era un tramposo, me gustaban sus trampas.

- No, lo siento. Ya no te echo nunca de menos.


Desconcierto. Nerviosismo. Se tocaba el pelo y me miraba a mí y al suelo intermitentemente.

- Vaya...-masculló- supongo que entonces estoy haciendo el imbécil.
- No, se agradece . Aunque llegue tarde.
- Te lo debía, ¿no?- y esbozó una sonrisa clarísima.

Yo jugueteaba con los bordes de mi taza de té y él se entregó un segundo absorto al movimiento de mis manos. Con la mirada perdida encendió un cigarro. Dos caladas lentas y reunió fuerzas.

- No he vuelto a ser el mismo desde que te fuiste de mi vida.
- No me fui, me echaste.-sentencié.

Acusó, esta vez sí, el golpe directo.

- Fui un cobarde. Lo estoy pagando.

Respiré hondo. Me mordí el labio inferior.

- Pues ahora no me pidas que pague contigo.
- Necesito…escribirnos. Como antes. No he vuelto a escribir nada que merezca la pena.

Y, por fin, le encontraba sentido a todo. 

He ahí la verdadera razón. Dos años de sequía creativa le habían obligado a perseguir la razón de sus momentos más fructíferos. No me pareció mal, sino una solución desesperada. 

Mezquina, pero desesperada.

- No me buscas a mí entonces, te buscas a tí mismo.

...

lunes, 21 de julio de 2008





Un fantasma.

Yo soy el fantasma que queda del espacio de tus besos.

El que sale entre acto y acto
para la ilusión de un te quiero.

El que gime con los restos de tus abrazos.

Soy yo. Muy en silencio.

El fantasma que espera,
el fantasma de carne,
de piel, 
de anhelos.

El fantasma ciego que palpa en la oscuridad 
de los sueños.

Soy yo.

Casi etéreo,
casi hermoso,
casi vivo.

Soy yo que floto entre tus párpados
no para tenerte
ni para entenderte,
sino para recuperar
el momento
en que tus labios descosieron mis labios 
y escucharon un...

... te

 es

pe

ro...

martes, 15 de julio de 2008




Y vuelo, vuelo alto y el viento que levanto
 me sabe a verano, a sol, a noche,
me sabe a las hogueras que enciendo, 
me sabe a las olas que me tocan,
que se van y vuelven.
Me sabe a ese vaivén justísimo 
que dice que  si no saltas una
las siguientes tardan un solo segundo en llegar.

Ahora estoy en la orilla y se me acercan.

La primera me trae un olor a mar purísimo y
se me pega a la piel en un abrazo libre y salado.

La segunda parecía retirarse vencida pero llega y 
me lame los pies codiciosa y abierta.

La tercera me fue invisible hasta que me salpicó la cara y
me despertó hambrienta y fantástica.

Las olas que me envuelven
también me marean,
también me calman, 
me alcanzan
me inspiran, me desnudan
y alguna me logra.

Cuál de ellas me cure me lo susurrará el tiempo,
el mismo que no tenemos
el mismo que no te cedo,
el que me sirve para curarme
el que me dice que la orilla del mar está rebosante
de imágenes, momentos, caricias, huídas, recuerdos

y otros bálsamos para olvidar.

viernes, 4 de julio de 2008


aúuuuuuuuuuuu...

...que aún la piensas...


aúuuuuuuuuu...


...que aún le espero...


aúuuuuuuuuu...


Qué hacemos tú y yo, tontos, jugando a querernos...


...si tú aún le aúllas a la luna llena...


...si yo todavía aúllo al viento helado...
...

martes, 1 de julio de 2008





- Cariño, ven de mi lado.
- ¡Nos quitan el sitio Samuel!
- Pues nos sentamos en otro sitio mujer.
- Pero muy juntos que sino me da el frío.

....

" Se arreglaron para el paseo dominical. Ella lleva un vestido de flores, él estrena camisa corta y chaleco. Están guapos y se sienten guapos.

Se sientan en un banco del parque para disfrutar juntos del silencio, para cerrar los ojos y sentir cada centímetro de la brisa.

Siempre eligen el mismo banco porque se recuerdan enamorándose en él. Bueno, en realidad el banco ha cambiado. Esto les entristeció porque habían grabado sus nombres en el viejo. Pero una tarde de besos rebautizó al nuevo y los reconcilió con él.

Él la mira con la ternura a borbotones y ella le responde apoyando, siempre coqueta, la cabeza en su hombro.

No son dos enamorados más en un parque.

No puedo dejar de mirarles por la explosión de mutua gratitud que irradian. No puedo evitar conmoverme cuando él le aparta un mechón de la frente con la suavidad de un suspiro y ella agradece el gesto entrelazando sus dedos y besando, muy quedamente, su mano.

Ella se llama Laura. Él es Samuel.

No son sólo una pareja en un parque. No son sólo dos ancianos acompañándose. Son dos amantes en un banco, sólo queriéndose.

Yo les miro y pienso que la próxima vez que vea dos nombres en un banco no veré sólo dos nombres. Veré a Laura y a Samuel. O a María y a Pablo. O a Lorena y a Natalia. 

Veré...una historia. "