viernes, 30 de mayo de 2008





Los caminos.

Los que tenemos,
los que buscamos y
los que nos encuentran,
los que se enredan y
los que se huyen.

A veces encontramos dos caminos
que son como dos amantes apasionados.

Saben de tenerse, de mezclarse,
saben del lenguaje de los impulsos
y se escuchan.

Pero se duelen.

Si uno avanza el otro sólo se puede arrastrar,
si uno crece el otro mengua.

No hay equilibrio,
no puede haberlo
Se complementan pero no se funden.
Son ángeles
o demonios
que quieren entenderse pero no pueden.
La quintaesencia de nosotros mismos.

Si el destino es la vida,
el crecimiento,
el viaje,
si el ángel quiere llegar
si el demonio también
se tropiezan,
no entonan igual.

Suena,
puedo oirlo.

Estoy atenta.

Si no entiendo,
será que aún no estoy preparada para escuchar.

martes, 27 de mayo de 2008





El sexo anfibio.

El que te despierta para hacerte el amor,
el que olvidas cada mañana,
el que emerge cada noche.

El que te pierde para que te encuentres,
el que te besa los pies.

El sexo anfibio te busca en el agua,
te toma en el suelo,
te seduce en la distancia y
te apetece en sueños.
Te desnuda leyéndote el alma
cuando la luz está templada.

El sexo anfibio nos habla de besos líquidos,
de adioses
reencuentros
casualidades
caprichos
del deseo y de un poco de ternura.

El que es medio mago,
al que arroparías,
el que te saca de tus casillas.

El que tiene alas
pero no vuela.

miércoles, 21 de mayo de 2008




No sé de qué quiero escribir hoy,
pero sé que hay algo que quiere salir.

Busco palabras pero se me escabullen,
las busco pero hoy no me encuentran ellas a mí.

Esta tarde gris de calabobos
me parece que cuanto más tiempo tenemos
más tiempo perdemos.

Yo no quiero perderme
y me busco.

Me busco en los días vacíos,
en las mañanas aceleradas,
me busco no porque esté perdida,
me busco porque buscarse es el primer paso para
algún día,
o varios
o todos
encontrarse.

Buscarse es un ejercicio brutal
de honestidad
de realismo,
buscarse es desempolvar las miserias,
las grandezas,
lo méritos y los errores
y con todo eso
entenderse.

Encontrarse no es un destino,
es darle sentido a un camino
que puede ser escarpado,
abrupto
puede estar sembrado de almendros en flor
y puede serlo y tenerlo todo a la vez.
Cuando esto ocurre, nuestras vidas son plenas.
Son vividas.

No, no es esto un poema.
Es una ventana,
un torrente de agua,
un pétalo que acariciar,
unos labios que perseguir,
una mentira,
un dilema.

No, esto no es un poema,
somos todos
cuando nos desnudamos
cuando tenemos miedo
cuando sentimos pudor
cuando estallamos de euforia,
cuando somos iguales.

Son los anhelos y las fobias
son los besos que espero
y los que deseo olvidar.

Las palabras aturdidas son como la vida:
se esconden,
y cuando empezamos a buscarlas
nos cruzamos con otras palabras que se esconden de otras almas,
con ellas coqueteamos
nos mezclamos
y aprendemos de otras palabras
de otros exploradores
de otros viajes.
Y cuando por fin las encontramos
nos damos cuenta de que
si estuvieran desde el principio a nuestro alcance
no nos habrían servido para nada.
No tendrían nada que contar.

lunes, 12 de mayo de 2008





No te acabas pequeña.

No terminas.

No llores que estoy aquí para curarte,
para escucharte,
para quererte,
tan especial,
tan azucarada,
tan visceral y metepatas.

Quieres querer,
te entregas y te aburres.
Pero yo estoy aquí, contigo, conmigo también.
Para cuando despiertes,
para cuando no quieras despertar,
para cuando lo necesites
y para cuando no te dejas cuidar.

No te acabas niña
que acabas de empezar,
y brillas tanto y tan fuerte,
con tanta intensidad
que te digo:
- no llores pequeña
y no me encuentro una palabra
que diga de tí ni un poco
de lo que irradias,
de lo que das.

No terminas preciosa,
ni terminan tus ojos alados
ni tu brutal vitalidad,
no termina el calor de tus manos
ni tienen fin, tampoco, estos versos asombrados
que te esperan para cuando vuelvas a despertar.

Do machismo e os depredadores




Porque hai que escoitar e coñecer o enimigo para derrotalo.
Canto por camiñar!

viernes, 2 de mayo de 2008





Porque tu piel se me presentó despierta
temblé.

Porque tu boca me buscaba impaciente
vibré.

También por los susurros abiertos,
también los ojos entornados,
y las manos curiosas,
y mi espalda pequeña
y el sudor ya en el alma,
y la luz apagada,
la habitación encendida.

Y tus ojos brujos.

Y yo con el cuerpo majara
porque no sabía qué hacer con tanto placer.

Y temblé.